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— ¿Considera que el quinquenio Castillo-Boluarte ha sido uno de los más dañinos de la historia? Estoy pensando en las familias y jóvenes que se fueron y se van del Perú por perder las esperanzas.

Ha sido malo, pero en la competencia de los más dañinos económicamente tenemos candidatos de peso: Alan García 1, Velasco o Bustamante y Rivero, por mencionar algunos. Ojo que el daño institucional venía ya del 2017, y la economía dejó de crecer fuerte incluso antes, en el 2014. Una diferencia importante es que ahora las nuevas generaciones tienen más oportunidades para salir del país. Antes podía ser más complicado emigrar y entonces había que quedarse para remar como sea.

— Si tuviera que elegir el daño más grave de Castillo, ¿cuál sería?

A largo plazo, diría que Castillo dejó un país más cínico. La política nunca ha tenido la imagen de ser terreno inmaculado, pero Castillo contribuyó a que ahora se vea solo como un mercado persa. Cualquier alusión sincera a una vocación de servicio público va a recibir más de una burla. Eso es tremendamente dañino porque ataca el corazón de la democracia: la creencia en que los líderes, al menos en parte, actúan por el bien común y no solo el propio. Ahora, es importante ponerlo en contexto. Castillo entra luego del desastre del COVID-19, luego de un período político que vio cuatro presidentes en cinco años y con un deterioro general de la democracia a nivel global; se podría entender como síntoma más que como la enfermedad, pero nada de eso justifica o excusa lo que hizo.

— ¿Y Boluarte?

En buena parte del país, sobre todo al sur, la mancha más grande que carga y va a cargar son los fallecidos en las protestas de sus primeros meses. Después, lo que más le ha costado es la imagen de frivolidad y el rápido deterioro de la seguridad ciudadana.

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— Usted ha dicho que el camino para la recuperación está en la inversión privada, pero basta recorrer Lima o provincias para pensar sin optimismo. ¿Estamos recuperándonos o las cifras macroeconómicas y que revelan una buena performance del BCR maquillan la mediocridad gubernamental?

El Perú tiene todavía cifras macroeconómicas envidiables, pero no son infinitas ni a prueba de balas. Hay que cuidar el gasto público. No se trata de tirarnos una borrachera fiscal con lo que tantos años nos costó construir. Sobre el crecimiento, todo apunta a una buena recuperación desde la segunda mitad del año pasado. Si uno ve importaciones de máquinas, electrodomésticos o automóviles, o ve los pagos de IGV, pagos con tarjetas, y la creación de empleo formal, entre varios otros indicadores, la economía ha ganado velocidad. Ahora, con el precio del cobre y la inflación como están, es una pena no estar creciendo mucho más, por encima del 5%. Eso hoy es imposible porque no nos hemos preparado, no hemos invertido suficiente ni hemos arreglado los cuellos de botella que son obvios desde hace 20 años.

— ¿Fracasó la regionalización? ¿Como entender la devolución de presupuesto por ineficiencia en licitaciones y proyectos?

Depende de cómo queramos medir el éxito. Si una persona dijera que el objetivo de la descentralización era llevar servicios públicos a los ciudadanos de la mejor manera, entonces me parece obvio decir que sí fracasó. Hemos partido el país en más de dos mil pedacitos en el que cada uno es un feudo sin rendición de cuentas. Y es una mala palabra “recentralizar”. Pero la verdad es que el país simplemente no tiene ni va a tener dos mil equipos distintos capaces de manejar proyectos. Se necesita armar paquetes de inversión pública macrorregionales y para eso se necesitan pantalones políticos.

Diego Macera, miembro del directorio del BCR y director del IPE, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Julio Reaño

Diego Macera, miembro del directorio del BCR y director del IPE, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Julio Reaño

/ Julio Reaño

— ¿Pero en qué momento comenzó la crisis de infraestructura en nuestro país?

El Perú siempre ha tenido brechas de infraestructura. Nuestro terreno es difícil, pero es inaceptable que, por ejemplo, hospitales como el de Tingo María o el de Lorena en Cusco demoren más de diez años. El puente de 60 m para acceder al nuevo aeropuerto Jorge Chávez va a tomarle al MTC al menos 12 años. Es inaceptable, indolente, hasta inmoral. Las causas son varias: la descentralización disfuncional, la alta rotación de funcionarios, el miedo a la contraloría, expedientes técnicos mal hechos, las malas empresas constructoras, la dificultad en el acceso a los terrenos. En el fondo es un problema de actitud, la del “no me importa”, “no es mi trabajo”, “problema de otro si no funciona”.

— He conversado con empresarios que se quejan amargamente de la fiscalización municipal.

Muchos alcaldes piensan que mientras más fastidien a las empresas, mejor trabajo hacen. Se jactan de los cierres. No se dan cuenta de que deberían ser aliados responsables de la inversión privada. Deberían acompañarla, facilitarla, atraerla, en vez de hostigarla con arbitrariedades y –a veces– extorsionarla. Son demasiados los que abusan de su poder regulatorio y sancionador.

— Pero la tragedia del Real Plaza de Trujillo evidencia que no solo microempresarios no hacen el mantenimiento adecuado de sus locales sino también pecan los grandes.

Lo más importante de ese caso es ver qué falló para que nunca se repita. ¿Fue un tema de diseño? ¿De los subcontratistas? ¿Y qué capacidades reales tienen los municipios para verificar la seguridad estructural de obras complejas de esta naturaleza? Este es otro ejemplo del tipo de responsabilidad pública que quizá no debería descentralizarse a escala municipal.

En un artículo en este Diario puso el dedo en la llaga: ¿cómo es posible que se construya una segunda pista del aeropuerto sin accesos? ¿Por qué tanto desmadre?

Creo que es indolencia. Siempre hay alguien más a quién tirarle el pato. Vivimos en un sistema diseñado para que no haya responsables. En el caso del aeropuerto, el Estado sabía desde hace diez años que venía el nuevo terminal, sabía dónde iba a estar, sabía lo que necesitaba, pero se le pasaron nueve años y medio y puso dos puentes de emergencia faltando seis meses. Es peor que el alumno estudiando minutos antes del examen.

— Pero mire el Caso Odebrecht: delató la existencia de un ‘club’ en el que los empresarios ruleteaban las construcciones por coimas; pero hoy muchas licitaciones son declaradas desiertas e incluso no son terminadas como si nada.

Necesitamos un mejor registro de empresas contratistas. A las malas hay que sancionarlas y hacer difícil o imposible que vuelvan a ser contratadas en obra pública. Otra idea para mejores expedientes técnicos es priorizar a empresas de ingeniería cuyos expedientes luego requieran la menor cantidad de adendas o desvíos respecto de la propuesta original, o que no tengan malos expedientes que luego originen procesos desiertos.

Diego Macera, miembro del directorio del BCR y director del IPE, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Julio Reaño

Diego Macera, miembro del directorio del BCR y director del IPE, en entrevista con El Comercio. Foto: GEC / Julio Reaño

/ Julio Reaño

— Se están discutiendo los contratos con empresas que han sido protagonistas de la corrupción. Estoy pensando en Novonor, que es el nuevo nombre de Odebrecht. ¿Debe seguir o debe ser expulsada, como ha planteado Boluarte?

No conozco suficiente detalle, pero intuitivamente te diría que hay que hacer lo que sea más eficiente para el país, tomando en cuenta que el trato que reciba podría sentar un precedente. Lo ideal sería que pague su penalidad y salga de la obra pública vigente, pero se tendría que analizar qué alternativas hay, cuál es el costo y qué figuras legales hay disponibles.

— Insisto. Boluarte habla de las empresas extranjeras corruptas que cambiaron de nombre. ¿Y qué de las peruanas? ¿Graña y Montero con su nueva identidad Aenza debe seguir operando?

Hasta donde entiendo, la empresa tiene nuevos accionistas y viene pagando la penalidad que le corresponde. Lo eficiente es que una empresa con nuevos socios siga funcionando, usando a sus ingenieros y su experiencia, en el mercado entre privados. Para nuevas licitaciones públicas sí creo que es muy complicado políticamente justificar su participación. Ahí no debería entrar.

— ¿Cuánto afecta la volatilidad e ineficiencia en el aparato público?

Es incalculable el daño por no tener un Estado más eficiente. Incluso entre nuestros países pares, los servicios básicos que dependen del sector público peruano son pésimos. Y ahora, además, estamos perdiendo en inseguridad, que era de los pocos aspectos en los que estábamos mejor que el promedio regional. No hay país del Primer Mundo con Estado de Tercer Mundo. Y las empresas no prosperan en un país fallido, con un sector público colapsado o corrompido. Después de la pandemia, que dejó claro que estamos muy mal en varios aspectos, no se ha avanzado. Se podría decir que incluso se ha retrocedido en la calidad de los servicios.

— ¿Le preocupan las elecciones?

Preocupan mucho, como a cualquier peruano. El mejor escenario es que varios partidos logren alianzas que los fuercen a encontrar posiciones razonables en común, y a los mejores candidatos posibles entre sus diferentes grupos. El Congreso todavía tiene un poco de tiempo para seguir promoviendo este escenario. Ha dado algunos pasos con la valla electoral para alianzas pero puede ser más agresivo, siquiera por esta vez.

— ¿Cómo describiría el momento actual y hacia dónde vamos?

Yo no soy tan pesimista. Lo que sí es indispensable es hallar algún modo de ser más efectivo en el combate al crimen organizado. Estamos poniendo en riesgo que nos roben el país entero, no es ninguna broma. Lo hemos visto, en diferentes formatos y momentos, en Colombia, México y Ecuador. Es peligrosísimo. Necesitamos expertos de verdad y no fuegos artificiales. Si logramos superar eso, pienso que nos bastarían unas elecciones no muy malas en el 2026, por lo menos con resultado estable, para reencaminar parcialmente la economía. Si se mantienen las condiciones actuales, un gobierno con dos dedos de frente y cinco años de mandato seguro debería poner el país a correr.

Para Diego Macera, las políticas comerciales de Donald Trump parecen improvisadas. (Foto: ROBERTO SCHMIDT / AFP)

Para Diego Macera, las políticas comerciales de Donald Trump parecen improvisadas. (Foto: ROBERTO SCHMIDT / AFP)

“El mundo va a crecer menos y eso lo sentirá nuestro país”

— ¿Cuál es su lectura de Donald Trump y de esta guerra arancelaria que ha emprendido?

Es una locura lo que está haciendo la administración de EE.UU. con los aranceles. No se me ocurre ningún economista serio que pueda defender incrementos de aranceles a todos los bienes de países aliados, incluyendo a insumos de producción. ¡Es lo que uno hace en una guerra! Ni siquiera veo una ganancia política clara con esto, los propios estadounidenses se están perjudicando. Es perder-perder, quizá con la excepción de algunas empresas de EE.UU. que se benefician de la zancadilla a su competencia global. El mundo va a crecer menos y eso lo sentirá el Perú. Sobre los efectos más directos aquí, es todavía difícil saber porque EE.UU. no ha sido claro aún sobre a qué productos peruanos se les aplicaría, si a otros países se les aplicaría lo mismo, cuándo y cuánto. Lo más sensible son las agroexportaciones.

— ¿Cree que Trump se está excediendo en su idea proteccionista con el pretexto de “hacer América grande nuevamente”?

Me parece que son políticas comerciales que parecen improvisadas y muy poco serias para la principal economía del mundo. Para pasar por encima del Congreso en este tema, Trump está usando una ley de 1977 que alude a “amenazas inusuales y extraordinarias” para otorgarse el poder de establecer aranceles. Por eso puede pasar por encima de nuestro TLC también. Esta interpretación debería ser revisada pronto por las cortes. A largo plazo, lo que más preocupa es que gana legitimidad la idea de que el más fuerte siempre tiene la razón. Es lo opuesto a lo que el orden internacional desde 1945 ha impulsado, un orden internacional liderado por el propio EE.UU., que hizo al mundo más próspero, y del que EE.UU. se benefició enormemente.

— ¿Cuál será la repercusión del recorte de Usaid en el Perú?

Es una pena que se haya cortado el financiamiento de un hachazo. Sin duda había gastos tontos, pero eran la minoría y se usaron de chivo expiatorio para desprestigiar el resto del trabajo que había contribuido al desarrollo, sobre todo en la Amazonía y áreas rurales.

— ¿Usaid malgastó el dinero en objetivos ideológicos?

No lo pondría así. Las prioridades de cualquier agencia de desarrollo deberían estar siempre más cerca de políticas para mejorar las condiciones materiales de la población. Hay temas poco controversiales, como agua, seguridad o salud, en los que nadie va a levantar una ceja. Si los fondos vienen de un Estado extranjero, no de cualquier donante privado, meterse en temas más políticos puede ser complicado.



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