En tiempo de descuento, como suele suceder en todos y cada uno de los recurrentes episodios relativos a la financiación del Gobierno de EE UU, el Senado ha aprobado este viernes un plan temporal para mantener a flote la Administración hasta el 30 de septiembre, evitando así el llamado cierre de la misma, que entre otras consecuencias privaría de su salario a los empleados federales o de sus pensiones a los beneficiarios de la Seguridad Social.
Tras su aprobación por la Cámara de Representantes, el martes, el proyecto de ley necesitaba 60 votos en su tramitación en la Cámara alta para superar el filibusterismo, u obstrucción parlamentaria, demócrata, lo que equivalía a que al menos ocho demócratas votaran a favor. Al final fueron diez los favorables en una votación de procedimiento crucial, que determinaba si la ley avanzaba o caía, después de el líder de la minoría en el Senado, el veterano e influyente Chuck Schumer, convenciera a los indecisos, lo que ha deparó un resultado de 62 votos a favor y 28 en contra.
La votación definitiva, superado previamente el umbral de los 60, arrojó un resultado de 54 (los republicanos tienen 53 escaños) a 46. El senador Rand Paul, de Kentucky, fue el único republicano que votó en contra. La iniciativa debe ser rubricada ahora por el presidente Donald Trump.
Pero los contados apoyos demócratas, entre ellos el del popular senador John Fetterman, dejan muy tocado al partido. El llamamiento de Schumer a sus correligionarios para que votaran a favor de un texto promovido personalmente por el presidente Donald Trump y el presidente de la Cámara, Mike Johnson, ha provocado una revuelta entre los miembros más progresistas del partido. La representante por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez calificó el respaldo a los republicanos de “enorme bofetada en la cara” y aseguró que hay un “profundo sentimiento de indignación y traición” en todo el partido.
Al contrario, la predisposición de Schumer a evitar un cierre de la Administración le valió los elogios de Trump. “Le ha echado agallas y coraje”, escribió el presidente en su red social en la mañana del viernes. En un discurso al Departamento de Justicia a primera hora de la tarde, el mandatario aseguró que siente un “gran respeto” por lo que hizo Schumer, añadiendo que apenas si podía dar crédito a su gesto. “Pero ha hecho lo correcto, creo que va a a recibir algo de crédito por ello”.
Durante la tramitación final, los demócratas propusieron cuatro enmiendas al borrador, todas ellas en torno al polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, en sus siglas inglesas), que dirige Elon Musk. Una propugnaba su cierre, y las otras, la reincorporación de los veteranos despedidos de sus empleos federales por la Administración Trump —es decir, por el DOGE— y codificar los recortes del citado departamento a la ayuda exterior.
La decisión de los demócratas sobre la ley temporal de gasto constituía su primera baza política de relieve tras la derrota en las urnas en noviembre, cuando los republicanos lograron no sólo la presidencia, sino también el control de las dos Cámaras. Los demócratas no veían en general con buenos ojos este proyecto de ley, redactado sin su participación, al considerar que las únicas dos opciones —evitar el cierre o votar en contra del proyecto de ley y provocarlo— eran terribles. Pero el pragmático apoyo de Schumer dio cobertura a los indecisos, así como material arrojadizo a quienes lo consideran una capitulación que abre una profunda herida en la formación.
A principios de semana, los principales demócratas de la Cámara de Representantes, incluido el líder de la minoría, Hakeem Jeffries, emprendieron una feroz operación de derribo del proyecto de ley, perdiendo finalmente a solo uno de sus miembros en la votación. Pero el intento no fue suficiente para hundir el proyecto, que fue aprobado por la Cámara el martes. Jeffries eludió responder este viernes cuando se le preguntó si había perdido la confianza en Schumer. “Siguiente pregunta”, zanjó lacónico ante los periodistas.
Fuera del entorno de Schumer, que representa al establishment blanco, masculino y de avanzada edad nuclear del partido, muchos demócratas del Senado, así como los de la Cámara, están furiosos con su movimiento, que ven como haber perdido voluntaria y conscientemente el primer punto de influencia real que pudo haberse apuntado el partido en el segundo mandato de Trump.