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A un mes de cumplirse el plazo para la convocatoria a las elecciones generales del 2026, se va marcando el camino por el que trascurrirá la sucesión constitucional del próximo año. Es un camino harto conocido y que solo prolongará el tedio por el que transita la política peruana desde hace meses.

¿Qué factores marcarán dicha senda? En primer término, la incertidumbre sobre si la presidenta Dina Boluarte completará su mandato, que vence en julio del 2026. Hace algunos meses, el consenso señalaba que la jefa del Estado enfrentaría su mayor vulnerabilidad una vez que los comicios fuesen convocados, momento a partir del cual se hacía altamente prescindible.

Sin embargo, los recientes escándalos que enfrenta el Congreso, encargado constitucional de una eventual remoción presidencial, aminoran esa probabilidad. Así, es poco probable que el también golpeado Legislativo quiera echarse a la espalda la carga que implica estar al frente del Ejecutivo.

En el gobierno, por su parte, son tan conscientes del desvanecimiento de esa amenaza que hasta se animaron a realizar un cambio ministerial hace algunas semanas. Esto resulta doblemente significativo, si se lee en la coyuntura otros hechos ocurridos desde entonces.

Por un lado, la permanencia de varios actores que parecen tener como agenda la protección de la cabeza del Ejecutivo: como en una partida de ajedrez, debe cuidarse a la reina a toda costa. Entre ellos, destaca Juan José Santiváñez, ministro del Interior, inamovible en el cargo e incensurable en el Parlamento, y el discreto Gustavo Adrianzén, presidente del Consejo de Ministros que el pasado 6 de marzo cumplió un año en el cargo. ¿Alguien se enteró?

Por el otro, está por verse si el principal cambio, la incorporación de José Salardi al MEF, marcará un nuevo derrotero. El entusiasta Salardi ha hecho anuncios importantes, como la actualización de la proyección de crecimiento (del 3%, que proyectaba su antecesor, a 4%) o la consolidación de una agenda promotora de la inversión privada. ¿Será la suya una voz aislada en el Gabinete o logrará conformar un coro en torno a esta nueva tonada? Lo sabremos más adelante.

Donde también habrá cambios es en el Congreso, todos definidos por votos. El más cercano: el cambio en la Mesa Directiva, cuyas negociaciones empiezan hacia junio, es decir, en poco menos de tres meses. El actual liderazgo (Fuerza Popular y APP, principalmente) tendrá la oportunidad de medir el desgaste de ser asociado a una gestión impopular, como la de Boluarte, al margen de si ella permanece en el cargo.

Lo único claro en este frente parece ser la agenda que Martín Hidalgo describe como “populista y polarizadora” (El Comercio, 12/3/2025). Al final de cuentas, la inalterable composición del Parlamento, hasta julio del 2026, es de las pocas certezas con que contamos. Algo es algo.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



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