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Un sector muy importante del electorado, el 25% en cada uno de los casos, nos respaldó. Faltó, en ambos casos, el pequeño margen de una división en el sector y, sin duda, los propios errores. Es el mérito de ese esfuerzo del 2001 y 2006. Fui una mujer que, genuinamente, disputó la posibilidad de ejercer el poder y perdí. Pero que la peleé, la peleé.

— ¿Ya se respondió por qué perdió tantas veces en el tramo final de las elecciones?

Hay muchas lecciones aprendidas. Diría con sinceridad que mi verdadera aspiración estuvo en el 2001. Yo me había propuesto recuperar el espacio histórico del PPC, que había sido siempre el 10%, y llegamos casi al 25%. Me empeñé de corazón, con entrega, en el 2006. Fue la aspiración real que tuve. Me esforcé y trabajamos muchísimo. Recorrí el país incansablemente, obtuve el respaldo de gente estupenda en la parte técnica. Me dolió no llegar en el 2006 a Palacio, porque había dedicado mucho esfuerzo, mucho tiempo.

— En esa campaña la atacaron por todos lados. “La candidata de los ricos”, le dijeron y no supo contestarle a Alan.

Esa es otra lección que aprendí. Uno puede recibir como consejo guardar silencio, pero hay momentos en que debes contestar y hay que hacerlo drásticamente. Alan era un gran contendor y tuvo la habilidad de clavarme el mote y yo no supe responder. Sin embargo, y con perspectiva, nadie puede negar que García hizo un magnífico gobierno. De modo que las cosas pasan por algo.

— Luego vino la candidatura a la alcaldía.

Ese es un episodio menos querido.

— No quería ser alcaldesa…

No era mi vocación. Lo municipal nunca lo había sido. Sin embargo, primó mi responsabilidad institucional.

— Fue una de las primeras víctimas de lo que hoy es moneda corriente: audios y videos íntimos que luego se filtran.

He estado como agraviada en casi todos los procesos que hay de chuponeo desde la época de Montesinos. Son parte de las distorsiones que tiene la vida política, que la hace más complicada. Pero qué duda cabe que ser víctima de un delito que atenta contra tu privacidad es algo muy serio.

— ¿Cuando escuchó su voz diciendo: “Métanse a la alcaldía al poto”, supo que ya no iba a ganar?

No, no, no. Yo tuve dos momentos. Esa campaña del 2010 fue tan especial… La primera fue enfrentar a Alex Kouri, que tuvo unas características serias, y luego la señora Villarán, que emergió como la ‘Tía Regia’, con encanto hacia los jóvenes. Tuve dos contracampañas muy fuertes. La primera fue de mi buen amigo Jaime Bayly, que durante 50 días me atacó de manera despiadada, todos los días. No diré que me he reconciliado, porque no lo he vuelto a ver, pero sí intercambiamos correos el día de la muerte del doctor Bedoya. Yo misma le agradecí las palabras tan lindas que ofreció. Pareciera ser que esa reacción en campaña fue ante un infundio que alguien le había transmitido y que él cargó virulentamente.

— ¿Qué le dijeron?

Que yo me negaba a que fuera candidato presidencial por el PPC. Le aclaré en aquella ocasión que eso nunca había estado en mi mente.

— ¿Entonces Jaime Bayly sí quiso ser candidato presidencial del PPC? ¿No era una leyenda urbana?

No era ninguna leyenda urbana. Él lo ha confesado, además.

— ¿Usted hubiera querido que Bayly fuera candidato a la presidencia?

No lo hubiera descartado. Pero en fin, así pasaron las cosas. La segunda contracampaña vino por el famoso ‘potoaudio’, que es parte de la ciencia política peruana. En ese momento, sentí una mezcla de frustración, de indignación, porque, claro, era un diálogo privado. Hasta la expresión era monse, ¿no?

— ¿Se siente segura con esta cédula del 2026, que parece más un examen de admisión?

Tengo una grave preocupación. Serán dos sábanas enormes con una cantidad enorme de símbolos. Será una cosa complicadísima para el común de los ciudadanos.

— El PPC no ha cerrado la posibilidad de una alianza…

Juntar a todos sería lo ideal. Buscamos lograr por lo menos la coincidencia de algunos. La historia de las alianzas del PPC es parte de la historia política.

—Aliarse con el Apra fue un error…

Fue un fracaso electoral, a pesar de haber sido una mirada muy madura. Tú no le puedes decir a una persona que te sigue: ¿sabes qué?, acompáñame a la acera del frente, porque ahora vamos con quien siempre fue nuestro rival. Esa es una lección aprendida.

— ¿En su mirada actual, con quién sí podría hacer alianza?

Nuestro espacio va del centro a la derecha. Junto con la fragmentación, el otro grave mal de la política nacional es la polarización. Estamos en trincheras y el adversario ya no es un adversario, es un enemigo. Además, un enemigo al que se lo judicializa, al que se lo enfrenta, del que se denosta. Hay que quitarle al Perú parte de esta fragmentación. Si queremos salir adelante como país, hay que acabar con esta polarización que a veces es mezquina y muy infantil.

— El PPC está conversando con distintas agrupaciones políticas. ¿Es posible una candidatura única de derecha?

No lo creo.

— ¿Por qué?

Dentro del propio sector hay aspiraciones que no van a ceder. Alguien con quien hubiéramos pensado que podíamos tener un diálogo, como es el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, por quien yo tengo aprecio, ha dicho tajantemente que con el PPC no va. Tiene todo el derecho y no entiendo por qué esa reacción tan marcada, pero listo, no se toca más. Hay otras agrupaciones con las que hay que seguir conversando. Esto me trae al tema de insistir en que el 12 de mayo, como fecha para cerrar todo tipo de alianza, es una precipitación absolutamente innecesaria.

— Ha sorprendido a todos la posición de Fernando Cillóniz. Ha preferido defender a la empresa Novonor, que es la nueva versión de Odebrecht, a quedarse en el PPC. ¿Qué pasó?

La revelación que integraba el directorio de la concesionaria de Olmos es un tema que yo, por lo menos, conocí cuando se ha hecho público. No era para nosotros un hecho público. El momento ha sido difícil, pero tengo que reiterar mi profundo respeto por Fernando Cillóniz.

— Mirando el bosque, no hay muchas mujeres en política.

No vemos efectivamente muchas mujeres, no sabemos si en todos los partidos inscritos hay mujeres valiosas y de repente surge una gran lideresa.

— Verónika Mendoza está quemada; tu excorreligionaria Marisol Pérez Tello aspira a tener una presencia.

Yo la quiero y la respeto, pero igual no entiendo qué hace. El ejercicio de la libertad se respeta y cada cual traza su camino.

— ¿Y Keiko Fujimori?

Ella tiene que tomar una decisión personal. Yo le tengo enorme aprecio y no dejo de reconocer su tenacidad. Pienso que inicialmente defendiendo su apellido, luego en un empeño personal por construir un partido, luego en el desafío personal de sentir pues que no había llegado y volver y volver. Ha mostrado finalmente reponerse frente a una injustísima situación procesal penal y de prisión que no tenía ningún sentido. Yo le reconozco ese valor. Ella y solo ella o su partido tienen que definir si en esta circunstancia, en el proceso del 2026, su lugar es una candidatura más o podría ser artífice de algo distinto.

— ¿Usted qué cree?

Si ella me lo preguntara, yo le diría: tú podrías jugar un papel más bien convocante, no necesariamente siendo la candidata. Desde luego, no pienso que se vaya a sus cuarteles de invierno, ni creo que hay que jubilarla, mucho menos satanizarla. Keiko podría ser una cabeza de lista del Senado extraordinaria.

— ¿Estaría de acuerdo en que el PPC haga una alianza con Keiko y Fuerza Popular?

No adelanto temas de posibles alianzas y no descarto conversaciones con ellos, pero todo tendrá que ser evaluado en un congreso partidario del PPC. Evidentemente, en una fórmula más convocante haría más interesante la alianza.

— ¿Usted no irá como candidata al Senado?

Los chimpunes en la política no los he colgado, estoy comprometidísima en la vida de mi partido, soy la personera legal del partido, soy un poco la hermana mayor, la consejera, el paño de lágrimas; pero candidaturas, no.

— ¿Qué tiene que pasar para que los políticos de la derecha entiendan que solos no pueden ir?

Si yo tuviera la varita mágica, hace rato que yo hubiera hecho un esfuerzo por que seamos un solo puño. Pero como tengo ya una vieja experiencia política, también soy consciente de que esos procesos no son fáciles. Habrá varias opciones, pero hay que hacer de todas maneras un esfuerzo.

— ¿No le preocupa que en medio de esta fragmentación existente tengamos candidatos en segunda vuelta de un dígito?

Dificulto que alguien llegue al 15% con 50 candidatos. Eso no es nada bueno y obligará a un proceso más complejo para una segunda vuelta donde una vez más habría que intentar que no se repita el error permanente. La segunda vuelta fue hecha para sumar, para que quien no alcanzó mayoría convoque, hoy la segunda vuelta en el Perú es cómo impido que llegue el otro.

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“El Perú tiene que recuperar la calidad de la política”

—¿Le ve posibilidades a la izquierda en elecciones?

Espero que no las tenga. Espero que los ciudadanos, aunque muchas veces disgustados, sientan que hay que protestar contra el statu quo, adviertan que en el Perú tocamos el piso, vivimos una situación de un riesgo extremo y que a ese riesgo nos condujo una izquierda radical absolutamente desfasada en el tiempo, improvisada y probadamente corrupta.

—Es increíble cómo la eterna pregunta sobre Dina Boluarte es si llega al final de su mandato…

En 60 días, la señora Boluarte tendrá que convocar a elecciones y su relevancia en la vida política es limitada. En la coyuntura que se iniciará después lo que debiera hacer es manejarse con sensatez y conducir sin interferencia un proceso electoral.

—¿Cómo podemos enfrentar el crimen organizado si el ministro del Interior y la fiscal de la Nación se acusan mutuamente, y Boluarte interpreta que hay un “golpe blanco” contra ella?

¿Quién pone orden? ¿Quién conduce las soluciones que el Perú necesita? ¿Cómo vamos a crear confianza en un país que tiene enormes oportunidades si se ve un Estado copado por el crimen organizado, por la corrupción? La tarea de reconstrucción del Perú es enorme y, por lo tanto, quien triunfe en las elecciones del 2026, que además triunfará con una primera vuelta enana en votación y espero que con un respaldo más serio en segunda vuelta, necesitará mucha fuerza para gobernar. Cualquiera de los que tenga esa tarea, acompañado por otros, tiene que buscar a los mejores. El Perú tiene que recuperar la calidad de la política.

—Estamos viendo la conducta vergonzosa de Pedro Castillo en el juicio oral.

Me da la sensación de que es un exgobernante que está haciendo de esto solo un ‘affaire’ político, una presentación política inconducente para su defensa que no hace sino descalificarlo mal. Más me ha dado una sensación de pena, de lástima. ¿Este es el personaje que nos ha gobernado? Si no entiende bien que cuando estás siendo juzgado no te puedes ir a la sala del costado, no sé si tenía muy claro que tenía que estar sentado en Palacio de Gobierno, delante de un Consejo de Ministros y decir algo en un acta. Ya no sé si alguna vez supo exactamente qué es lo que tenía que hacer y dónde estaba parado. Me ha dado mucha pena constatar una vez más que esta es la persona que llegó al gobierno. Las consecuencias estaban cantadas.

—¿Qué espera del juicio?

Yo creo que, evidentemente, se produjo un golpe de Estado. El que no lo siguieran, el que las Fuerzas Armadas cumplieran su rol democrático e institucional, no quiere decir que quien dio la orden no la dio, que quien aspiró a tomar el poder y el control total del poder no lo hiciera. Pero en todo caso me parece efectivamente absolutamente legítimo que alguien construya su defensa. Soy abogada y, en consecuencia, creo que hasta el mayor criminal merece tener un abogado defensor que mencione sus atenuantes.



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