Faltaba un mes para la Copa América 2011 y el cabello excesivamente engominado, rígido y brillante, todavía no se convertía en la marca registrada de Christian Cueva, por entonces protagonista en la Universidad San Martín bajo la conducción del ya fallecido Aníbal ‘Maño’ Ruiz.
Aladino tenía 19 años y una madurez tan precaria como la inseguridad en Lima. Sin embargo, poseía un talento descomunal demasiado bien ejecutado gracias a su conchudez para jugar y la picardía propia de un adolescente que sobrevivió a la escasez y las penurias.
Perú, en proceso postraumático por el desastre que implicó la Eliminatoria a Sudáfrica 2010, decidió apostar por el uruguayo Sergio Markarián, quien encontró en Reimond Manco y Jefferson Farfán a la primera sociedad del chocolate.

Christian Cueva se presentó en Enfocados con la ‘Foquita’ Jefferson Farfán y Guillermo Guizasola. (Enfocados)
Sin embargo, un incidente extradeportivo en Panamá impidió que esa sociedad se consolide. Fue entonces que el ‘Mago’ apostaría por Christian Cueva para la Copa Kirin que se disputó en junio del 2011. Ahí Jefferson y Christian compartieron por primera vez en la interna de la Bicolor. Es más, jugaron juntos en el 0-0 ante Japón donde ambos fueron titulares.
Esa primera coincidencia no logró echar raíces. Cueva no fue convocado a la Copa América y al año siguiente sería expulsado del cuadro santo por indisciplina para recalar en César Vallejo. Los siguientes dos años deambularía entre Chile y España para aterrizar en Alianza Lima en la temporada 2015, hace una década.
Gareca, que asumió ese año la selección peruana, vio en Christian lo que todo el mundo veía en Cristian Benavente y encaró la primera polémica en Videna al apostar para la Copa América 2015 por el rebelde y campechano de 24 años y no por el disciplinado joven criado en las divisiones menores del Real Madrid. La sociedad entre Cueva y Farfán volvió a retomarse en Chile.

El peruano Jefferson Farfán (i), acompañado de su compañero Christian Cueva (d), sostiene la camiseta número 9 como homenaje al jugador peruano Paolo Guerrero, ausente en el partido. (EFE)
Y terminaría asentándose en el proceso rumbo a Rusia 2018, en una historia de equilibrios. Farfán era el experimentado, el sobreviviente de la generación dorada que nunca pudo tocar la gloria, el jugador con credenciales de Europa que se había forjado un nombre en el PSV y el Schalke 04. Cueva, en cambio, era la chispa indomable, el irreverente de gambeta alegre, el que se movía entre el talento y el caos con la naturalidad de quien juega en la pista del barrio.
El veterano delantero, que había sido el heredero de Paolo Guerrero en la clasificación tras su suspensión, tenía en Cueva un alimentador inmejorable. La selección peruana se apoyó en su talento y complicidad para lograr lo impensado: la clasificación al repechaje. En Lima, ese 15 de noviembre del 2017, Cueva asistió a Farfán para el 1-0. Juntos celebraron y extendieron la camiseta de Paolo Guerrero, juntos reventaron en lágrimas cuando llegó el pitazo final y decretó la vuelta de Perú a una Copa del Mundo luego de 36 años.

Farfán y Cueva coincidieron en un mismo colegio, el Alfonso Ugarte de Santa Anita | Foto: Captura
Si algo deja claro la numerología del fútbol es que el romance entre Farfán y Cueva no era una ilusión óptica. Durante las Eliminatorias rumbo a Rusia 2018, Cueva participó directamente en 8 goles de Perú, con 4 tantos y 4 asistencias. De esas, tres habilitaciones fueron para Farfán, quien marcó cinco veces en el proceso clasificatorio.
—Es de los míos, lo conozco tanto, he compartido tanto con él en el campo, hermano, es un distinto, un diferente… un galáctico—, diría Farfán en mayo de 2024, cuando presentaba a Cueva como invitado de su programa Enfocados.
—Un cague de risa como la hemos pasado siempre en los camerinos—, le responde Aladino mientras Cucurucho aplaude.

Jefferson Farfán celebró el regreso de Christian Cueva a Alianza Lima. (Foto: Andina)
En el programa emitido el 26 de mayo del 2024, Cueva y Farfán delatan su larga amistad y lo bien que se llevaban entre bromas, gestos efusivos y repasos de anécdotas inverosímiles. Un episodio alucinante que ambos protagonizaron fue en el Mundial 2018 ante Dinamarca, cuando Christian falla el tan mentado penal.
Ahí, Farfán reveló que el elegido para patear el penal fue él, pero ante el pedido de Cueva, optó por cederle la responsabilidad pese al enojo posterior de Gareca. “El ‘cholo’ estaba con la confianza arriba. Me decía: ‘Negro, déjame, yo pateo, estoy con confianza’. Entonces, lo dejé”, cuenta.
Farfán siempre cobijó a Cueva en la selección. En 2019, Farfán defendió públicamente a Aladino luego de un incidente en un avión. “Sé que callarás muchas bocas… Sabes que tienes una persona en Rusia para apoyarte en todo lo que esté a mi alcance. Tk (te quiero), chocolatero”, fue la publicación de la ‘Foquita’”.
Esa complicidad que los llevó a ser socios en el campo de juego y una hermanda fuera de la cancha, en los camerinos, propició un pico de rendimiento altísimo en la era Gareca. Hoy, con Farfán en el retiro y Cueva lidiando con un nuevo intento de mantenerse en el fútbol profesional, esa sociedad pasa apuros debido a temas extradeportivos.
