El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, se ha apuntado este martes una importante victoria al sacar adelante, en una votación de alto riesgo por la exigua mayoría republicana, el plan temporal del presidente Donald Trump para financiar el Gobierno hasta el otoño, que fue presentado el sábado. El Partido Republicano, con mayoría en el Congreso, lucha por evitar un cierre del Gobierno antes de la medianoche de este viernes. El texto pasa ahora al Senado, donde su aprobación pende de un hilo. Como en otros episodios similares —el cierre de la Administración es la pesadilla recurrente de todos los Gobiernos—, la tensión se prolongará hasta última hora.
El resultado, 217 votos a favor y 213 en contra, aumenta la presión sobre los demócratas del Senado para decidir si apoyan la iniciativa, impulsada conjuntamente por Trump y Johnson, o están dispuestos a permitir un posible cierre de la Administración cuando no se han cumplido aún los primeros 100 días del Gobierno de Trump y en plena guerra comercial con Canadá y México. Un demócrata apoyó el plan y un republicano se saltó la disciplina de voto de su partido votando en contra, lo que demuestra que la aritmética partidista no siempre es exacta. En el Senado necesitará los votos de toda la bancada republicana, más al menos siete de los demócratas, para superar el umbral de 60.
Este borrador presupuestario financiaría el Gobierno hasta el 30 de septiembre, el final del año fiscal, al tiempo que aumentaría los fondos para los programas de defensa e impondría recortes a la financiación no relacionada con aquellos. La financiación actual expira a las 23.59 de este viernes.
Mientras que varios demócratas del Senado han criticado la legislación, por los recortes de gastos incluidos y proponiendo en su lugar una prórroga más corta para dar más tiempo a las negociaciones bipartidistas sobre los proyectos de ley anuales, una serie de miembros más dubitativos se reservan su opinión, sopesando la realidad a la que abocaría el cierre de la Administración —no habría dinero para pagar pensiones y sueldos públicos— y su conveniencia política ante los republicanos.
Uno de los más tácitos es el líder de la minoría demócrata en el Senado, el veterano e influyente Chuck Schumer, que ha manifestado extrema cautela ante una votación políticamente espinosa. Preguntado por una hipotética orientación de voto en la Cámara alta, Schumer fue lacónico: “Vamos a esperar a ver qué hace primero la Cámara de Representantes”, dijo. La patata caliente está ahora en manos demócratas.
Las principales diferencias durante el debate en la Cámara baja giraron en gran medida en torno al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), supervisado por Elon Musk, que ha desencadenado una oleada de recortes en el Gobierno federal muy criticados también por parte de la bancada republicana.
Con la aprobación del borrador, gana puntos Johnson, cuya continuidad al frente de la Cámara nadie daba por segura tras la reelección de Trump en noviembre y que sin embargo ha sabido nadar en aguas procelosas. Johnson convenció a casi una docena de miembros críticos del Partido Republicano —por ejemplo, los del Freedom Caucus, que normalmente se oponen a este tipo de borradores provisionales—, y, finalmente, logró que el texto fuera aprobado por su exigua mayoría. Además de la capacidad negociadora de Johnson, tuvieron también mucho que ver las llamadas de Trump y de su número dos, el vicepresidente J. D. Vance.
Trump expresó en las redes sociales durante el fin de semana su recomendación de voto: “¡La Cámara y el Senado han elaborado, dadas las circunstancias, un muy buen proyecto de ley de financiación! Todos los republicanos deberían votar (¡Por favor!) SÍ la próxima semana”, escribió en Truth Social. “Se avecinan grandes cosas para Estados Unidos, y les pido a todos que nos den unos meses para llegar a septiembre y poder seguir poniendo la casa financiera del País en orden”.