En un mundo donde los avances médicos han prolongado y mejorado la calidad de vida, la resistencia a los antimicrobianos emerge como una amenaza silenciosa que podría regresarnos a una era en la que las infecciones menores resultaban mortales. Imagina un escenario donde una simple infección, como un resfriado o una herida superficial, pueda costarte la vida. Aunque parezca algo difícil de concebir hoy en día, esta realidad está tomando cada vez más forma debido a prácticas como la automedicación, que está erosionando los pilares de la medicina moderna.
Desde el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming en 1928, los antibióticos han salvado millones de vidas. Sin embargo, su uso indiscriminado ha permitido que microorganismos, como bacterias o virus, desarrollen defensas que los vuelven inmunes a estos medicamentos. En definitiva, esta crisis de salud pública no solo se gesta en los hospitales, sino también en nuestros hogares, donde la falta de conciencia sobre el impacto de nuestras decisiones contribuye significativamente al problema.
Según explicó el doctor Humberto Vásquez, infectólogo de Clínica Internacional a Bienestar, la resistencia antimicrobiana representa un desafío creciente en el tratamiento de diversas enfermedades, ya que prolonga las hospitalizaciones, incrementa la mortalidad y genera un alto impacto económico. Además, las infecciones resistentes a múltiples fármacos, e incluso a todos los tratamientos disponibles, son cada vez más comunes, dejando pocas o ninguna opción terapéutica.
En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) documentó casi cinco millones de muertes asociadas con infecciones bacterianas resistentes a los medicamentos, de los cuales, 1,27 millones fueron directamente atribuibles a la resistencia bacteriana a los antimicrobianos. Por esta razón, la OMS que, de no tomarse medidas enérgicas, la esperanza de vida global podría reducirse en 1,8 para el 2050.
“En el Perú, esta problemática no es ajena. En el ámbito comunitario, el uso inadecuado de antibióticos, como la amoxicilina y la ciprofloxacina, ha llevado a niveles alarmantes de resistencia, con porcentajes que oscilan entre el 40 % y el 50 %. Mientras que, en los hospitales, el panorama es aún más grave, con tasas de resistencia que alcanzan entre el 80 % y el 90 % para estos medicamentos. Desde luego, esto subraya la necesidad urgente de implementar estrategias efectivas para el uso racional de antibióticos y fortalecer las políticas de control en salud pública”, expresó el doctor Carlos Lescano, médico intensivista del Hospital Edgardo Rebagliati Martins.
¿Qué es la resistencia a los antimicrobianos?
La resistencia a los antimicrobianos es un fenómeno en el que microorganismos, como bacterias, hongos, virus y parásitos desarrollan la capacidad de resistir los efectos de medicamentos diseñados para eliminarlos, como antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios. El doctor Steven Schmitt, especialista en enfermedades infecciosas de Cleveland Clinic refirió que, esto sucede principalmente cuando estos medicamentos se utilizan de manera excesiva o incorrecta. Por ejemplo, no completar un tratamiento con antibióticos permite que algunas bacterias sobrevivan y desarrollen mutaciones que las hacen más fuertes, razón por la cual, a largo plazo pueden proliferar, haciendo que las infecciones sean más difíciles de abordar.
“Este proceso se desarrolla mediante un proceso evolutivo. En el caso de las bacterias, estas pueden adquirir mecanismos de resistencia a través de mutaciones en su material genético, las cuales les permiten inactivar el antibiótico, modificar su sitio de acción o bloquear su entrada en la célula bacteriana”, sostuvo el doctor Vásquez.
¿Cuáles son los factores principales que contribuyen al desarrollo de la resistencia a los antimicrobianos?
En primer lugar, como mencionó el experto de Cleveland Clinic, la automedicación con antibióticos es un problema significativo, especialmente en regiones donde los medicamentos se venden si receta. Esto se debe a que, usarlos sin orientación médica puede llevar a tratamientos incorrectos, lo que no solo aumenta el riesgo de resistencia, sino que también puede causar efectos secundarios graves o complicaciones en la salud al no abordar la enfermedad adecuadamente.
“Por supuesto, el mal diagnóstico en el uso inadecuado de antibióticos es un tema crítico. En muchos casos, los pacientes llegan a la consulta después de haberlo discutido con alguien que creen que tiene conocimientos de medicina o incluso tras buscar información en internet. Esto los lleva a iniciar tratamientos por su cuenta, basándose en “consejos” de personas no capacitadas. Así, comienzan una terapia antibiótica que, lejos de beneficiarlos, contribuye al desarrollo de resistencia antimicrobiana”, indicó el doctor Juan Enrique Coraje Baltodano, médico cirujano especialista en microbiología y enfermedades infecciosas.
Confundir infecciones virales con bacterianas es otro error común que lleva a muchas personas a seguir tratamientos antibióticos de manera innecesaria. Como afirmó el infectólogo, los antibióticos son efectivos únicamente contra infecciones bacterianas, por lo que emplearlos para la gripe o el resfriado común, no solo es ineficaz, sino que contribuye al desarrollo de resistencia antimicrobiana.
Otro problema frecuente es la administración incorrecta de los antibióticos, ya sea mediante dosis bajas que no son suficientes para eliminar las bacterias o tratamientos prolongados que carecen de justificación médica. En ese caso, ambas prácticas pueden facilitar que las bacterias se adapten y desarrollen resistencia, complicando futuros tratamientos.
¿Cuáles son los tipos de antibióticos que contribuyen al desarrollo de la resistencia?
De acuerdo a Gino Felandro, médico internista de la Clínica Ricardo Palma, la resistencia antimicrobiana puede clasificarse en dos grandes grupos según los tipos de antibióticos más comúnmente involucrados: los betalactámicos y los macrólidos. En el caso de los betalactámicos, un ejemplo es la amoxicilina, que es ampliamente utilizada, aunque con frecuencia de manera incorrecta para tratar infecciones respiratorias. Si bien su uso está indicado en algunos casos específicos, en la mayoría de las infecciones respiratorias no es necesario. Por otro lado, los macrólidos, como la azitromicina, también suelen recetarse para infecciones respiratorias. Sin embargo, su uso se ha vuelto excesivo y muchas veces innecesario, ya que en numerosos casos no está justificado.
Además, algunos tipos de antibióticos tienen mayor probabilidad de contribuir al desarrollo de resistencia debido a su uso frecuente o a su amplio espectro de acción, como las penicilinas, las cefalosporinas de tercera y cuarta generación y los carbapenémicos. Como señaló el doctor Schmitt, esto se debe a que eliminan tanto bacterias patógenas como bacterias no patógenas de la microbiota, lo que permite que las bacterias resistentes sobrevivan y se multipliquen.
“Este fenómeno es particularmente preocupante en infecciones graves o complejas, que pueden involucrar “superbacterias” resistentes. Ejemplos de estas incluyen MRSA (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina) y ciertas cepas de Escherichia coli resistentes a los antibióticos convencionales, las cuales son difíciles de tratar y representan un desafío significativo para la medicina actual”.
Sin embargo, como destacó el especialista en microbiología y enfermedades infecciosas, cualquier antibiótico usado de manera indiscriminada y sin ningún tipo de control o receta, va a ocasionar grandes estragos en la resistencia microbiana.
¿Cuáles son las principales consecuencias de la resistencia antimicrobiana en la salud?
La resistencia antimicrobiana tiene graves consecuencias para la salud, ya que convierte a las infecciones comunes en amenazas severas al hacerlas más difíciles de tratar. Esto provoca estadías hospitalarias más prolongadas, incrementa los costos médicos y eleva la mortalidad. Además, como aseguró Schmitt, afecta la seguridad de procedimientos médicos como cirugías, trasplantes y la colocación de catéteres o prótesis, debido al riesgo de infecciones resistentes que complican la recuperación. También dificulta el manejo de enfermedades crónicas, como la diabetes, donde las infecciones secundarias son una preocupación constante.
“La disponibilidad limitada de antibióticos efectivos reduce las opciones terapéuticas, aumentando el riesgo de infecciones resistentes a múltiples fármacos o incluso a todos los medicamentos disponibles. Este problema es particularmente grave en poblaciones, como niños, ancianos o personas con enfermedades crónicas debido a su sistema inmunológico debilitado, ya que enfrentan mayor riesgo de complicaciones severas, hospitalizaciones prolongadas o incluso la muerte”.
Asimismo, el uso excesivo o indebido de antibióticos contribuye a la aparición de “superbacterias”, como el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA) o las enterobacterias resistentes a carbapenémicos (CRE), que son extremadamente difíciles de tratar. Estas bacterias no solo afectan a los pacientes individuales, sino que también representan un riesgo para la comunidad al facilitar la propagación de infecciones resistentes.
“Los antibióticos, como cualquier medicamento, no solo tienen efectos positivos cuando son correctamente indicados, sino también efectos colaterales. El uso indebido o prolongado puede generar problemas, como toxicidad hepática, daño renal, diarrea, y reacciones cutáneas”, agregó el médico intensivista.
¿De qué manera se puede prevenir la resistencia a los antimicrobianos?
El Perú, como muchos países de ingresos medios y bajos, enfrenta un reto significativo en la vigilancia y el control de la resistencia antimicrobiana. Según el doctor Baltodano, entre los principales desafíos se encuentran, la venta indiscriminada y la importación de fármacos de baja calidad desde China e India.
En consecuencia, el experto en enfermedades infecciosas recalcó la importancia de que los sistemas de salud implementen las siguientes estrategias para controlar el uso inadecuado de antibióticos y, por ende, reducir al máximo el riesgo en la población de resistencia antimicrobiana:
- Promover políticas de prescripción responsable, asegurándose de que los antibióticos solo se receten para infecciones bacterianas confirmadas.
- Capacitar a los médicos sobre la identificación adecuada de infecciones que requieran antibióticos.
- Fomentar el uso de pruebas de diagnóstico rápidas para evitar el tratamiento innecesario de infecciones virales con antibióticos.
- Mejorar la vigilancia de las infecciones resistentes a los antibióticos para adaptar mejor los tratamientos.
“Si bien actualmente el Ministerio de Salud (MINSA), a través del PROA (Programa de Optimización del Uso de Antimicrobianos), está trabajando en la implementación de estrategias para la vigilancia, prevención y control de la resistencia antimicrobiana, es fundamental que los profesionales de la salud adopten medidas responsables, como el uso adecuado de los antimicrobianos. Además, es clave fortalecer la educación sobre el impacto de la resistencia antimicrobiana, fomentar la higiene adecuada, como el lavado de manos, y garantizar la vacunación para prevenir infecciones. Del mismo modo, la colaboración intersectorial y el apoyo a la investigación en nuevos medicamentos y tratamientos también son esenciales para abordar este problema de salud pública”, indicó Humberto Vásquez.
Mientras que, nosotros como población debemos poner en práctica algunas medidas para prevenir el avance de esta condición:
- Evitar la automedicación.
- Uso responsable de antibióticos según prescripción médica.
- No utilizar antibióticos para infecciones virales.
- Completar el tratamiento indicado por el médico, es decir, no interrumpirlo antes de tiempo, incluso si los síntomas mejoran.
- No utilizar antibióticos de otros pacientes o de tratamientos anteriores.
- Lavar las manos regularmente para reducir la propagación de infecciones.
- Es importante que en casos de infecciones severas se recurra a los laboratorios de microbiología.
¿Qué avances científicos se están realizando para combatir la resistencia a los antimicrobianos?
Los avances científicos y tecnológicos están jugando un papel clave en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos. Según Steven Schmitt, en el desarrollo de tratamientos, se están explorando alternativas innovadoras como nuevos antibióticos, el uso de bacteriófagos (virus que atacan bacterias) y terapias de combinación que buscan superar la resistencia bacteriana.
Mientras que, en el campo del diagnóstico, las tecnologías rápidas y precisas como la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) y la espectrometría de masas MALDI-TOF permiten identificar rápidamente los patógenos y evaluar su susceptibilidad a los antibióticos en cuestión de horas, en lugar de días. Sin duda, esto facilita una prescripción más precisa, reduciendo así el uso innecesario de antibióticos de amplio espectro. Además, las pruebas rápidas de resistencia antimicrobiana están siendo implementadas para orientar de manera más efectiva los tratamientos, mencionó el médico de la Clínica Internacional.