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La vista es uno de los sentido más complejos y vitales para los seres humanos, ya que nos permite percibir el mundo que nos rodea de manera detallada y en tiempo real, pues a través de ella, recibimos alrededor del 80% de la información que procesamos a diario. Desde que nacemos, nuestros ojos comienzan a adaptarse a las distintas formas, colores y distancias, influyendo así en el desarrollo de una serie de habilidades cognitivas, motoras y sociales. Sin embargo, en la sociedad moderna, este sentido esencial se ve cada vez más afectado por diversos factores, como los cambios en los estilos de vida, que repercuten, especialmente en la población infantil. Por ello, hoy en día, muchos niños enfrentan problemas visuales desde edades tempranas, pero estos suelen pasar desapercibidos hasta que han avanzado considerablemente.

En definitiva, condiciones, como el astigmatismo, la hipermetropía, pero, sobre todo, la miopía, han aumentado significativamente en las últimas décadas. Si nos remontamos al pasado, los niños solían pasar más tiempo al aire libre, jugando y entrando en contactado con la naturaleza donde la luz natural y las distancias largas ayudaban a mantener la vista en equilibrio. No obstante, en la actualidad, estas actividades han sido reemplazadas por largos períodos frente a las pantallas de los dispositivos electrónicos, lo que ha provocado una fatiga visual digital, contribuyendo así a estos problemas de visión.

La miopía, un padecimiento que antes afectaba principalmente a los adultos, se ha convertido en una creciente preocupación infantil a nivel global. Un reciente estudio publicado el 24 de setiembre en la revista British Journal of Ophthalmology, tuvo como objetivo determinar la prevalencia global y regional de la miopía en niños y adolescentes, así como evaluar las diferencias en subgrupos demográficos, como según género, región geográfica y entorno. El análisis se basó en una revisión sistemática de 276 estudios publicados en diferentes bases de datos, abarcando un total de 5,4 millones de participantes de 50 países en los seis continentes.

El artículo titulado “Global prevalence, trend and projection of myopia in children and adolescents from 1990 to 2050: a comprehensive systematic review and meta-analysis”, reveló que la prevalencia de la miopía ha incrementado significativamente, pasando del 24.32% en 1990 al 35.81% en 2023, por lo que se estima que uno de cada tres niños en el mundo padece de esta condición. Asimismo, la investigación proyecta que para el 2050, el número de casos entre niños y adolescentes podría superar los 740 millones, con un aumento del 39. 80%, lo que convertiría a esta afección visual en un problema de salud pública a nivel mundial.

¿Qué es la miopía?

La miopía es un error refractivo del ojo que dificulta la visión clara de los objetos lejano, mientras que los objetos cercanos se perciben con nitidez. Según explicó la doctora Allison Babiuch, oftalmóloga de Cleveland Clinic a Hogar y Familia, en las personas con miopía, el globo ocular es más largo de lo normal o la córnea, la capa transparente frontal del ojo, tiene una curvatura excesiva. Por consiguiente, esto provoca que la luz se enfoque frente a la retina en lugar de directamente sobre ella, lo que resulta en una visión borrosa para los objetos distantes.

Los primeros signos de miopía en los niños suelen manifestarse generalmente durante la etapa preescolar y escolar, entre los 3 y 12 años.

Los primeros signos de miopía en los niños suelen manifestarse generalmente durante la etapa preescolar y escolar, entre los 3 y 12 años.

“La miopía se debe, en esencia, a que el ojo es más grande de lo normal. Mientras que un ojo promedio mide alrededor de 23 mm, el ojo miope puede medir entre 24 y 32 mm en su eje anteroposterior. Este aumento en el tamaño afecta la capacidad de enfoque, ya que la córnea y el cristalino, responsables de hacer converger los rayos de luz, están diseñados para enfocar a una distancia de 23 mm. En los ojos miopes, el mayor tamaño provoca que el enfoque se desplace, haciendo que la visión de lejos sea borrosa, aunque la visión de cerca se mantenga clara. Por eso, las personas con miopía tienden a acercarse a objetos, como pantallas o pizarras para ver mejor”, expresó el doctor Gerardo Arana, especialista de Oftálmica Clínica de la Visión.

¿A qué edad suelen manifestarse los primeros signos de miopía en los niños?

Aunque esta condición ocular puede manifestarse a cualquier edad, a menudo aparece en la infancia y tiende a progresar con la edad. De acuerdo a Valentina Gracia, oftalmóloga de la Clínica OftalmoMedic, los primeros signos de miopía en los niños se presentan durante la etapa preescolar y escolar, entre los 3 y 12 años, ya que en este período se enfrentan a actividades que requieren de una visión de cerca, como leer y escribir.

Según el estudio, el desarrollo de la miopía durante esta fase de la vida se debe a que los niños más jóvenes, especialmente en edad preescolar, están en una etapa crucial de desarrollo visual, caracterizada por una alta plasticidad, lo que los hace más susceptibles a factores ambientales que contribuyen a la aparición de esta condición. Sin embargo, este trastorno tiende a empeorar a medida que los infantes crecen y entran en la adolescencia, por lo que se observó una prevalencia del 47% en participantes de entre 12 y 19 años, frente a un 21.21% en niños de 6 a 12 años durante el 2023.

¿Cuáles son los factores de riesgo de la miopía en los niños?

La miopía o visión corta, se ha vuelto cada vez más común entre la población infantil, pues como refirió la doctora Gracia, existen varios factores que pueden aumentar la propensión a desarrollar esta afección. En primer lugar, los factores genéticos, es decir, la herencia juega un papel importante, dado que los niños cuyos padres son miopes tienen un mayor riesgo de padecerla.

“Diversos estudios han demostrado que, si ambos padres son miopes, la probabilidad de que el hijo desarrolle la enfermedad es del 32.9%. Si solo uno de los progenitores padece esta afección, la posibilidad disminuye al 18.2%, y si ninguno de los padres es miope, el riesgo se reduce al 6.3%”

Por su parte, la especialista de Cleveland Clinic destacó que, el uso excesivo de pantallas en actividades de visión cercana, como leer en dispositivos móviles, jugar videojuegos o usar computadoras, puede tener un impacto significativo en el desarrollo de la miopía en los niños. Sin duda, la exposición prolongada a las pantallas desencadena estrés ocular digital, obligando así a los ojos a enfocarse en distancias cortas durante largo períodos.

El uso excesivo de dispositivos electrónicos es uno de los principales factores que contribuyen al aumento de la miopía en los niños, especialmente cuando no se toman pausas regulares.

El uso excesivo de dispositivos electrónicos es uno de los principales factores que contribuyen al aumento de la miopía en los niños, especialmente cuando no se toman pausas regulares.

Asimismo, la falta de tiempo al aire libre es uno de los principales factores que contribuyen al desarrollo de la miopía en niños. La exposición a la luz natural y el tiempo en exteriores se consideran factores protectores contra la progresión de esta afección, pues diversos estudios han demostrado que los niños que pasan más tiempo al aire libre tienen un menor riesgo de sufrir de miopía en comparación con aquellos que permanecen mayormente en interiores, realizando actividades que requieren de una visión cercana, como el uso de dispositivos electrónicos.

“Una posible explicación de este fenómeno es que la luz natural estimula la liberación de dopamina en la retina, una sustancia que inhibe el alargamiento del globo ocular, reduciendo así el riesgo de miopía. Además, el tiempo al aire libre suele implicar ver objetos a distancias variables, lo que permite que los ojos descansen del esfuerzo constante de la visión cercana que provocan las actividades en interiores. Durante la pandemia de COVID-19, la disminución del tiempo al aire libre y el aumento del uso de pantallas debido al confinamiento, incrementó la demanda visual a corta distancia, lo que puede haber causado un crecimiento anormal de los ojos en los niños, predisponiéndolos a desarrollar miopía a edades tempranas”, aseguró Allison Babiuch.

En la investigación se identificó una influencia significativa de factores como el género, ya que la prevalencia de miopía es del 33.57% en niñas, en comparación con el 30.49% en niños. Estos resultados podrían estar relacionados con las diferencias en el tiempo dedicado a actividades que requieren visión cercana y una menor participación en actividades al aire libre.

Adicionalmente, aquellos que viven en áreas urbanas tienen un riesgo del 28.55% de desarrollar miopía, en contraste con aquellos que residen en áreas rurales. Básicamente, este riesgo se atribuye a estilos de vida más sedentarios, menor exposición a la luz natural y más tiempo dedicado a actividades académicas o al uso de dispositivos electrónicos.

La publicación del British Journal of Ophthalmology, recalcó que los niños en países desarrollados tienden a tener mayores tasas de miopía, debido a la presión académica y la temprana introducción a la educación formal, lo que incrementa el tiempo en actividades de visión cercana. Por este motivo, se observó una alta prevalencia en poblaciones de Asia oriental, donde Japón encabezó la lista con un 86% de niños con miopía, seguido de Corea del Sur con un 74%.

¿Cuáles son los síntomas más comunes de la miopía en niños?

Según Jaqueline Mendoza, oftalmóloga pediatra de la Clínica Ricardo Palma, los síntomas más comunes de la miopía en niños incluyen:

  • Dificultad para ver objetos lejanos: Los niños pueden tener problemas para ver con claridad objetos a distancia, como la pizarra en el colegio o señales de tráfico.
  • Entrecerrar los ojos: Los niños miopes suelen entrecerrar los ojos o fruncir el ceño para intentar ver mejor a distancia.
  • Acercarse mucho a objetos: Tienden a sentarse a poca distancia de la televisión, sostener libros o dispositivos electrónicos muy cerca de la cara para leer o ver.
  • Fatiga visual: Pueden quejarse de dolores de cabeza o fatiga ocular, especialmente después de actividades prolongadas que requieren enfocar la vista.
Detectar la miopía en sus etapas iniciales es crucial para manejarla adecuadamente. Se recomienda llevar a los niños a chequeos oftalmológicos anuales.

Detectar la miopía en sus etapas iniciales es crucial para manejarla adecuadamente. Se recomienda llevar a los niños a chequeos oftalmológicos anuales.

  • Frotarse los ojos: Este es un comportamiento común en niños con miopía debido a la fatiga ocular o al esfuerzo para ver mejor.
  • Reducción del rendimiento escolar: Los niños pueden tener dificultades para seguir el ritmo en clase si no pueden ver bien la pizarra o participar en actividades que requieren visión a distancia.

“Por esta razón, los niños deben someterse a exámenes de la vista regulares para detectar problemas tempranos y ajustar las prescripciones de lentes si es necesario. Si el menor tiene antecedentes familiares de enfermedades oculares, usa lente o muestra preferencia por ver de cerca, es recomendable hacer controles anuales para monitorear la evolución y aplicar los tratamientos adecuados. En cambio, para aquellos sin antecedentes ni problemas previos, se sugiere una evaluación visual cada uno o dos años, comenzando desde los 3 años y antes de empezar el nido y el colegio”, sostuvo Gerardo Arana.

¿Qué tratamientos son recomendados para niños con miopía?

La elección del tratamiento depende de la edad del niño, el nivel de progresión de la miopía y su capacidad para seguir las instrucciones de cuidado y mantenimiento de los dispositivos correctivos. Sin embargo, como mencionó la doctora Babiuch, por lo general las alternativas más recomendadas son:

  • Lentes correctivos: Son el tratamiento más común y ayudan a mejorar la visión a distancia de los niños. Dependiendo del nivel de miopía, algunos niños necesitan usarlos todo el tiempo, mientras que otros solo durante actividades específicas, como ver la pizarra o practicar deportes.
  • Lentes de contacto: Los niños pueden empezar a usar lentes de contacto cuando son lo suficientemente responsables para cuidar adecuadamente de ellos, lo que suele ser alrededor de la adolescencia. Estos ofrecen una visión periférica más completa y no se empañan ni se rompen, lo que los hace ideales para actividades deportivas. También existen lentes de contacto especializados, diseñados no solo para corregir la miopía, sino también para ralentizar su progresión, puesto que están programados para cambiar el enfoque de la luz en diferentes partes del ojo, lo que ayuda a evitar que el globo ocular crezca demasiado.
  • Atropina de baja concentración: Esta es una de las intervenciones más efectivas para reducir la progresión de la miopía en niños. Se utilizan gotas oftálmicas con una concentración baja de atropina, generalmente 0.01% o 0.05%. Este tratamiento ha demostrado ser eficaz para frenar el empeoramiento de la miopía sin causar efectos secundarios graves.
  • Ortoqueratología (Ortho-K): Consiste en unos lentes de contacto especiales que se usan durante la noche para cambiar temporalmente la forma de la córnea, mejorando así la visión sin necesidad de usar gafas o lentes de contacto durante el día. Es recomendado para niños con miopía leve o moderada.

¿De qué manera se puede prevenir o reducir el riesgo de que un niño desarrolle miopía?

La miopía que se desarrolla a una edad temprana puede tener implicaciones significativas a largo plazo, especialmente si progresa a niveles elevados. Por ello, los niños corren un mayor riesgo de sufrir de una miopía patológica o miopía alta, lo que puede derivar en problemas graves en la visión durante la vida adulta, como desprendimiento de retina, cataratas, glaucoma y neovascularización.

Por esta razón, como señaló la experta de la Clínica OftalmoMedic, si bien la miopía tiene una base genética, es importante adoptar las siguientes medidas para prevenir o reducir su progresión.

  • Tiempo al aire libre: Fomentar que los niños pasen al menos dos horas al aire libre puede ayudar a reducir el riesgo de miopía, pues la exposición a la luz natural y la posibilidad de enfocar a distancias variables pueden ser beneficiosas.
  • Limitar el tiempo en pantalla: Es importante establecer límites al uso de dispositivos electrónicos y a la lectura prolongada. Se recomienda la técnica 20-20-20: cada 20 minutos de acercar la vista a una pantalla, mirar algo a 20 pies (6 metros) de distancia durante 20 segundos.
  • Revisiones oculares regulares: Programar un chequeo oftalmológico anual permitirá detectar problemas de visión a tiempo.
  • Fomentar hábitos de lectura y estudio saludables: Asegurarse de que los niños lean en un ambiente bien iluminado, con una distancia adecuada entre el libro o la pantalla y sus ojos (al menos 30-40 cm), puede ayudar a reducir la fatiga ocular.
  • Corrección temprana: Si un niño ya presenta signos de miopía, el uso de lentes correctivos a una edad temprana puede ayudar a que no avance rápidamente.



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