En los últimos meses, el Ozempic ha dejado de ser un término desconocido por muchos para convertirse en uno de los temas más buscados en internet. Básicamente, este medicamento, cuyo principio activo es la semaglutida, fue originalmente desarrollado para tratar la diabetes tipo 2. No obstante, su capacidad para ayudar a la pérdida de peso, lo ha posicionado en el centro de una creciente polémica, la cual involucra a expertos médicos, autoridades sanitarias, pero principalmente, está liderada por personalidades de la cultura pop, desde Oprah Winfrey, Christina Aguilera, Kim Kardashian hasta Elon Musk.
Sin duda, lo que empezó como un tratamiento para controlar la glucosa en pacientes diabéticos, actualmente es visto por millones de personas como una solución “rápida” para combatir el sobrepeso y la obesidad, desatando así un auténtico boom en el mercado. Ciertamente, su presencia en diversos titulares alrededor del mundo y las redes sociales, impulsado por el uso indiscriminado por parte de estas y otras celebridades, han contribuido al fenómeno de culto que rodea a este fármaco.
Por esta razón, y pese a que ha demostrado su efectividad para tratar enfermedades como la diabetes y tener un impacto significativo en la pérdida de peso, el Ozempic junto a otros medicamentos similares, se encuentran bajo la lupa de la comunidad científica. Con el aumento de su demanda, algunas investigaciones señalan serias advertencias sobre los riesgos que podrían estar ocultos bajo la superficie.
Uno de los estudios más recientes, es el publicado el pasado 20 de agosto en la revista académica JAMA Network Open, en el cual se analizó los posibles riesgos de ideación suicida y autolesiones en pacientes tratados con semaglutida, ya sea para la diabetes o para perder peso. Para ello se utilizó la base de datos global de reacciones adversas a medicamentos en 140 países, recopilada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el artículo titulado “Disproportionality Analysis From World Health Organization Data on Semaglutide, Liraglutide, and Suicidality”, los autores identificaron de un total de 30,500 pacientes, 107 casos de personas con un promedio de edad de 48 años (55% mujeres) que reportaron pensamientos suicidas durante el tratamiento con semaglutida. Además, se registraron 162 informes similares entre más de 52,000 personas (promedio de edad 47 años, 61% mujeres) que tomaban liraglutida, otro principio activo empleado en fármacos para la diabetes.
¿Cómo actúa el principio activo del Ozempic en el cuerpo?
Según señaló Marlon Yovera, endocrinólogo e investigador de la Universidad Científica de Sur a Bienestar, el Ozempic es un medicamento inyectable aprobado principalmente para tratar la diabetes tipo 2 y la reducción de eventos cardiovasculares en estos pacientes. Sin embargo, de manera no oficial u off-label, su uso se ha extendido al manejo crónico del peso en personas con o sin obesidad.
Este medicamento tiene como principio activo a la semaglutida, un antagonista del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), que funciona ayudando al cuerpo a liberar insulina cuando los niveles de azúcar en la sangre son altos y a reducir la cantidad de glucosa producida por el hígado. Además, como refirió el doctor W. Scott Butsch, especialista en medicina de la obesidad de Cleveland Clinic, esta ralentiza el vaciamiento gástrico, lo que puede llevar a una sensación de saciedad y, en muchos casos, a la pérdida de peso.
“Cuando una persona consume alimentos, una sustancia conocida como GLP-1 se secreta en el tracto intestinal. Esta hormona viaja al páncreas, señalando la presencia de alimentos y estimulando la liberación de insulina. Además, llega al hipotálamo, la región del cerebro que regula el apetito, enviando la señal de que hay comida en el sistema, lo que reduce la necesidad de comer. Como resultado, el paciente experimenta una disminución del hambre y se siente lleno más rápido. En concreto, este agente farmacéutico actúa sobre los receptores que normalmente responden a un péptido de origen intestinal, los cuales se encuentran en el páncreas, el tracto gastrointestinal, el cerebro, el corazón y los riñones. Asimismo, retrasa el vaciado gástrico y actúa en el sistema nervioso central, mejorando la sensación de saciedad. Mientras que, en personas con diabetes tipo 2, contribuye al control de los niveles de glucosa en sangre sin aumentar el riesgo de hipoglucemia”, explicó el endocrinólogo.
Por su parte, Jesús Rocca, endocrinólogo de la Clínica Ricardo Palma mencionó que, la semaglutida fue desarrollada por la industria farmacéutica como una alternativa más duradera a la liraglutida, cuyo efecto dura aproximadamente 24 horas, en cambio, este nuevo análogo, tiene una efectividad de hasta una semana. Aunque ambas pertenecen a la misma familia de fármacos, los agonistas del GLP-1, son moléculas diferentes, por lo que la semaglutida es considerada como uno de los antidiabéticos más efectivos después de la insulina, así como también se destaca por ser muy eficiente en la reducción de peso entre otros fármacos de su clase.
¿Cuáles son los efectos secundarios de la semaglutina?
De acuerdo a Carlos Guerreros, endocrinólogo de la Clínica Internacional, los efectos secundarios más comunes incluyen náuseas, vómitos, sensación de llenura, estreñimiento, vértigo, vómitos, diarrea y dolor abdominal. No obstante, estos efectos suelen ser leves y tienden a disminuir con el tiempo a medida que el cuerpo se adapta al medicamento. Por ello, como recomendó el experto de Cleveland Clinic, para manejarlos, se debe iniciar el tratamiento con una dosis baja y aumentarla gradualmente según lo indicado por el médico tratante. Adicionalmente, es útil consumir comidas más pequeñas y evitar alimentos grasos o muy ricos en azúcares, ya que estos pueden agravar los síntomas gastrointestinales.
“A parte de los efectos gastrointestinales, los cuales suelen ser transitorios y pueden controlarse con una titulación gradual de la dosis, su uso se ha asociado a algunos riesgos a largo plazo. Por ejemplo, se han reportado una mayor frecuencia -aunque aún requieren de mayor estudio- complicaciones de la retinopatía diabética y riesgo de enfermedades de la vesícula biliar, pues ha sido vinculada con un aumento en la incidencia de colelitiasis (cálculos biliares) y colecistitis (inflamación de la vesícula biliar). De igual manera, se han registrado casos de pancreatitis, cáncer de páncreas y cáncer medular de tiroides, así como también alteraciones en la salud mental, incluyendo eventos psiquiátricos adversos, como la ideación suicida, la depresión y la ansiedad”, aseguró el investigador.
Por consiguiente, en el estudio publicado en JAMA Network Open, se encontró un riesgo desproporcionado de pensamientos suicidas en aquellos pacientes que tomaban semaglutida, pero no en las que usaban liraglutida. Básicamente, cuando compararon los informes de estas personas con el riesgo notificado con todos los demás fármacos de la base de datos, como la dapagliflozina, metformina y orlistat, determinaron que el riesgo era elevado en aproximadamente un 45% en quienes empleaban el agonista del GLP-1 presente en el Ozempic.
“Los mecanismos detrás del riesgo de ideación suicida con la semaglutida pueden ser complejos y multifactoriales. Por un lado, se podría pensar en el estrés biológico inducido por la pérdida rápida de peso, el cual puede causar alteraciones en la homeostasis, elevando así los niveles de cortisol y norepinefrina, lo que puede incrementar el riesgo de pensamientos suicidas y comportamientos autolesivos. Otra causa serían los factores psicológicos y sociales, pues la pérdida significativa de peso puede llevar a expectativas no cumplidas y cambios en la identidad, lo que puede contribuir a la aparición de síntomas depresivos y suicidas. También podría deberse a los efectos sobre el sistema de recompensa cerebral, puesto que los antagonistas del receptor GLP1 pueden influir en la modulación de la dopamina y el sistema de recompensa cerebral, repercutiendo en el estado de ánimo y la regulación emocional. Por otro lado, algunos estudios en modelos animales han demostrado que la semaglutida puede afectar la microbiota intestinal y, a través de esto, impactar en la neuroinflamación y la plasticidad sináptica en el cerebro, lo que podría tener implicancias en el estado de ánimo y la cognición”, expresó el especialista de la Universidad Científica del Sur.
¿El riesgo de suicidio es común en todos los pacientes?
El riesgo de suicidio asociado con la semaglutida no es común entre todos los pacientes, pues de acuerdo a la investigación “Disproportionality Analysis From World Health Organization Data on Semaglutide, Liraglutide, and Suicidality”, se observó que este era cuatro veces mayor en personas que tomaban semaglutida junto con fármacos para tratar la depresión y la ansiedad (antidepresivos y benzodiazepinas), lo que sugiere que aquellos con trastornos psiquiátricos preexistentes pueden estar en mayor riesgo de experimentar efectos adversos en el estado de ánimo al tomar medicamentos como el Ozempic.
“Dado este posible riesgo, es prudente evitar el uso de semaglutida en pacientes con antecedentes de trastornos psiquiátricos graves, como depresión mayor o trastornos de ansiedad, especialmente si han tenido ideación o intentos suicidas previos. Por esta razón, estos pacientes deben ser evaluados cuidadosamente antes de iniciar el tratamiento con semaglutida, por lo que la American Gastroenterological Association recomienda una vigilancia estrecha en estas personas si se considera el uso de este principio activo o de lo contrario, se debe plantear la posibilidad de utilizar terapias alternativas con un perfil de seguridad psiquiátrica más favorable”, sostuvo Marlon Yovera.
¿Cuáles son las señales de alerta que podrían indicar el impacto de la semaglutida en la salud mental de los pacientes?
Según el psiquiatra Donald Cabrera, las señales de alerta más comunes que podrían indicar que un paciente está en riesgo de sufrir pensamientos suicidas debido al uso de la semaglutida incluyen:
- Cambios en el estado de ánimo.
- Depresión intensa.
- Irritabilidad.
- Aislamiento.
- Pensamiento recurrente sobre la muerte.
- Llanto profuso.
- Desinterés en actividades que antes disfrutaban.
- Alteración del sueño.
- Aumento de la ansiedad.
Concretamente en el estudio, se observaron como signos de alerta posiblemente causados por el uso de semaglutida, la ideación suicida, la cual fue el síntoma más reportado, ya que afectó al 87.85% de los pacientes (94 casos), seguido de los intentos de suicidio y sobredosis intencional, ambos con un 6.54%, es decir, 7 casos. Asimismo, se registraron 6 casos (5.61%) de suicidio en los informes analizados.
¿Qué estudios adicionales son necesario para confirmar la relación entre la semaglutida y el riesgo de suicidio?
La realidad es que, hasta el momento, los eventos psiquiátricos adversos relacionados con la semaglutida son posibles, ya que la evidencia no es concluyente para clasificarlos como probables. Por ello, como precisó el endocrinólogo, para confirmar si son probables en lugar de solo posibles, se requieren de estudios adicionales bien diseñados que aborden las limitaciones de la evidencia actual. Por ejemplo, en el caso del análisis de farmacovigilancia publicado en agosto, deben incluir ajustes por comorbilidades psiquiátricas y uso concomitante de medicamentos psicotrópicos.
“Desde luego, es necesario que se realicen más estudios longitudinales y ensayos clínicos que permitan evaluar la salud de los pacientes en tratamiento con semaglutida. Por ejemplo, deberían llevarse a cabo estudios observacionales prospectivos, randomizados y doble ciego. Esto significa que los participantes se dividen en dos grupos: uno recibe el fármaco y el otro, un placebo. Ambos grupos son similares, pero ni los médicos ni los pacientes saben quién recibe el medicamento real o el placebo. A lo largo del estudio, se observan los efectos secundarios en ambos grupos. Si el estudio busca detectar riesgos como intentos suicidas, se deben incluir evaluaciones de salud mental desde el comienzo y durante todo el tratamiento, con la finalidad de poder determinar una relación más significativa”, sugirió Guerreros.