Resulta infrecuente, por no decir rarísimo, que Melania Trump se pronuncie sobre casi cualquier tema. Es muy poco común que la ex primera dama de Estados Unidos abra la boca en público más que para decir “por favor” y “gracias”.; mucho menos para expresar opiniones políticas o que puedan resultar controvertidas. De ahí que haya supuesto toda una sorpresa en el país que ahora que la esposa de Donald Trump haya alzado la voz —o, en este caso, la pluma— para hablar nada menos que del derecho al aborto. Y, además, y contra el sentir general del ala republicana, que su marido lidera, para defenderlo.
Melania Trump lanza un libro de memorias el martes próximo, 8 de octubre, del que apenas nada se sabe: su título provisional es simplemente Melania y aun no se ha desvelado su portada. Pero el diario británico The Guardian ha conseguido una copia y ha adelantado un extracto de la autobiografía, en concreto uno en el que habla del derecho al aborto, una cuestión central en la campaña a la presidencia y, en general, muy puesto en duda por Trump. Y dice: “Resulta imperativo garantizar que las mujeres tengan autonomía para decidir su preferencia acerca de tener hijos, basándose en sus propias convicciones, libres de cualquier intervención o presión por parte del gobierno”.
“¿Por qué alguien que no sea la propia mujer debería tener el poder de determinar lo que hace con su propio cuerpo?”, continúa la eslovena-estadounidense, de 54 años. “El derecho fundamental de la mujer a la libertad individual, a su propia vida, le otorga la potestad de interrumpir su embarazo si así lo desea. Restringir el derecho de una mujer a decidir si interrumpe un embarazo no deseado equivale a negarle el control sobre su propio cuerpo. Esa es la creencia que he llevado conmigo durante toda mi vida adulta”.
Estos son los únicos párrafos, hasta ahora, conocidos de las memorias, ya que hasta el momento no ha habido adelantos editoriales de las mismas. Pero suponen una enorme sorpresa, tanto por el hecho de poder escuchar por primera vez las creencias, como ella misma las denomina, de la siempre callada primera dama, como por el hecho de que su posición política esté muy distante de la del partido que comanda el que es su marido desde hace casi 20 años.
El aborto ya no está protegido a nivel federal desde que en junio de 2022 el Tribunal Supremo derogó el precedente de Roe contra Wade, el fallo que en 1973 consignó el derecho al mismo en todo el país. El propio Trump fue quien seleccionó a jueces ultraconservadores que revisaron es jurisdicción y decidieron tumbar un derecho que llevaba 50 años vigente en todo el país.
Desde la pasada primavera, la postura oficial de Donald Trump —que tardó meses en aclarar, jugando al gato y al ratón— es que cada Estado del país sea el que decida al respecto del derecho al aborto. “En este asunto, deben hacer lo que les dicte su corazón. Pero recuerden, también debemos ganar elecciones para restablecer nuestra ideología y, de hecho, salvar nuestro país, que es actualmente, y de modo muy triste, una nación en declive”, afirmó el candidato a la presidencia de EE UU en un vídeo colgado en abril en su red social, Truth. “Mi opinión ahora es que tenemos aborto donde todo el mundo lo quiera, y desde el punto de vista legal los Estados lo determinarán mediante el voto, o legislación, o quizá las dos cosas. Y lo que decidan debe convertirse en la ley de ese territorio”.
En esta campaña, igual que en la presidencia de Trump (entre 2016 y 2020), Melania Trump ha estado al lado de su marido, acompañándole en cenas de Estado, eventos de calado o en algunas visitas al extranjero. Sin embargo, nunca ha tenido el papel de otras primeras damas del país, cuyas funciones no están reguladas oficialmente, pero que al llegar a la Casa Blanca suelen adquirir un cierto papel, convirtiéndose en una voz para unas u otras causas. Aunque su presencia mediática ha sido constante, está lejos de las labores que hicieron otras esposas de presidentes como Michelle Obama, Laura Bush o Nancy Reagan.
[Noticia en desarrollo. Habrá ampliación]
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